Ay, cómo pasa el tiempo…
Vale más quien deja huella y no quien más dura.
— El Cuarteto de Nos, Cómo pasa el tiempo.
Siempre me ha gustado la idea de estudiar lo que me gusta en un lugar donde reine un absoluto silencio. Considerando el sitio donde vivo, ese era un pensamiento bastante ingenuo sobre algo que parecía muy lejano de encontrar, hasta que hubo luz al final del túnel; encontré ese lugar que tanto deseaba conocer: ¡Una biblioteca!
Descubrí el sitio mientras ayudaba a unos compañeros de colegio en la búsqueda de un libro que a ellos les interesaba. Nosotros sabíamos acerca de un pequeño puesto rodante donde podíamos encontrar libros, el cual está en un parque cercano a nuestro colegio, así que primero fuimos allí a buscar.
Cuando llegamos, no pudimos encontrar el puesto, así que decidimos preguntarle a una persona de los alrededores sobre el mismo. Si mal no recuerdo, esa persona nos dijo que, desafortunadamente, en ese momento el puesto no estaba en el parque, aunque no nos fuimos sin antes preguntarle si conocía algún lugar cercano a la zona donde pudiésemos encontrar libros y, para nuestra suerte, sí que había un lugar: Una biblioteca.
Cuando llegamos, me quedé deleitado con el sitio, porque era ese lugar tranquilo que estuve ansiando conocer hasta ese momento y, como las vacaciones de verano no estaban muy lejos, estuve planeando ir allí cuando empezaran. Ja, ja, ja, durante las vacaciones de verano, solo fui dos veces al sitio, y no fue hasta que volví a clases que empecé a ir regularmente cada vez que terminaba mi jornada escolar.
Respecto a los libros que hay en el lugar, sí que pude encontrar cosas de mi interés, como por ejemplo: Libros de matemáticas y física, el clásico Don Quijote de la Mancha en varios idiomas, La Divina Comedia de Dante Alighieri, incluida su versión en el idioma italiano; Y libros de poesía, como las obras más destacadas del poeta maldito Charles Baudelaire, lo cual me pareció increíble porque jamás me imaginé el poder encontrarlas en una biblioteca pública de una ciudad como la mía. ¿Quién sabe si tal vez haya más joyas ocultas que todavía no he descubierto? No me he tomado el tiempo de revisar bien entre todos los libros.
Ahora bien, particularmente, hubo un libro que me llamó la atención: Un libro de lenguaje y estilo. Yo, como entusiasta del idioma español, originalmente me llamó la atención por simplemente ser un libro de lingüística hispánica, pero cuando lo abrí, me llamó más la atención por el hecho de que hubiese una dedicatoria escrita por la persona que compró el libro.
Hay que admitirlo, es una dedicatoria que, al parecer, ¡la escribió un doctor! Ja, ja, ja, ja; no la entendí muy bien al principio, aunque más o menos, dice lo siguiente:
«Para un periodista de integridad, a taño con los más altos principios de nuestra ética antillana. Para Pedro Reyes Vargas, un hombre íntegro, un periodista y sobre todo: ¡Un amigo!
San Juan, Puerto Rico Mayo 23, 1969».
Esto me causó un sentimiento muy especial: Nostalgia. De esto podría decir bastantes cosas y sacar muchas reflexiones, pues resalta, claramente, un concepto tan complejo y extenso como lo es el «tiempo» al tratarse de una dedicatoria que data de hace más de 50 años, como también la «amistad», pero yo no quiero hacer muy larga esta publicación; me considero satisfecho con que pienses un poco en la dedicatoria y sientas lo que yo sentí al leerla: Nostalgia.
No puedo finalizar sin antes decirte que escuches esta genial canción de la banda El Cuarteto de Nos; dice todo lo que me faltó decir en esta publicación.
¡Muchas gracias por leer este texto :)!
Atentamente: Amatérazu.